sábado, 25 de septiembre de 2010

Excesos de la Prensa

En nuestro sistema democrático, tradicionalmente ha sido la prensa quien ha representado dignamente al pueblo, ante los atropellos del gobierno. Casos como el del Cerro Maravilla, evidencian la dedicación y el profesionalismo de algunos periodistas, quienes, como en el caso de Manny Suárez, han sufrido discrimen y represalias por el único delito de haber hecho un buen trabajo.

Sin embargo, hoy vemos que muy pocos redactores y reporteros, especialmente en la prensa escrita, exhiben ese grado de profesionalismo, cediendo ante intereses económicos, o sometiéndose dócilmente a la política editorial del medio para el cual trabajan.  Eso no es libertad de prensa. Mientras los medios tienen libertad absoluta de publicar su punto de vista, le niegan esa misma libertad a sus empleados, quienes, en resumidas cuentas, son, o deben ser, los verdaderos componentes de una prensa libre.

El pasado 20 de septiembre, el diario Primera Hora, publicó una notica fantasiosa y distorsionada, en primera plana, firmada por Farasch López Reyloz, en la que acusan a la policía y los dueños de armas de tráfico ilegal de armas de fuego.

Como dueño y portador autorizado de armas de fuego, me siento ofendido por el atrevimiento, basado en la ignorancia de la supuesta reportera.

En primer lugar: al comprar un arma, en una armería, el ciudadano es identificado y el arma se registra, tanto por la policía de Puerto Rico, como por la administración de Alcohol, Tabaco y Armas de Fuego federal. Dicha arma no será entregada al cliente hasta que se reciba el visto bueno de la agencia federal. Cualquier ciudadano que adquiera un arma legal para venderla al bajo mundo, va a recibir una visita de la policía si esa arma, registrada a su nombre es ocupada como resultado de la comisión de un delito.

Si una persona compra una cantidad inusual de armas, como indica el reportaje, en el registro de armas de la policía van a notar una actividad potencialmente delictiva, y van a hacerle una visita al ciudadano. La ley de armas es bien restrictiva, y entre los requisitos, impone que el concesionario tiene que notificar cualquier cambio de dirección, so pena de multas o la revocación de la licencia. Es decir, el estado ha tomado todas las provisiones para saber en todo tiempo donde se encuentran mis armas.

Para obtener una licencia de armas, el ciudadano tiene que cumplir con una serie de requisitos, que evitan que cualquier delincuente, o persona de mala reputación pueda obtenerla. Entre estos:  no haber sido convicto de delitos graves, no tener una orden de protección o acecho emitida en su contra, no ser usuario de drogas ni ebrio habitual, no haber sido declarado incompetente por un tribunal, no haber sido despedido de un empleo en agencias de seguridad, no haber sido dado de baja de una manera deshonrosa de las fuerzas armadas,  etc.  Estos requisitos, sumados a  los que exige la ley federal, hace virtualmente imposible que un terrorista o delincuente pueda obtener de manera legal un arma.

Entonces, ¿Por qué la supuesta reportera la emprende contra ciudadanos decentes que ejercen su derecho a proteger sus vidas y propiedades? Porque, carente de criterio propio, responde a la política editorial de la familia Ferré Rangel, quienes, a pesar de tener personal armado para su seguridad, se oponen a que el ciudadano común pueda tener la protección que el estado le niega.  Una vez, alguien me preguntó porqué porto un arma, y yo le pregunté a su vez: ¿Confías en la policía para que te proteja? cuando me contestó en la negativa, le dije: "yo tampoco".

Cuando un amigo, instructor de tiro, llamó a la reportera, para reaccionar al reportaje, ésta, en violación a las normas básicas que rigen la profesión del periodismo, le contestó que ella no tiene que verificar la información que va a publicar, y tampoco tiene que escuchar la "otra cara" de la historia.

Dice la reportera, en un reportaje relacionado, que visitó a un traficante de armas, en una historia digna de una novela de intriga. Dice ella, que la recogió en un auto el supuesto traficante de armas, en horas de la madrugada, y la llevó al lugar donde realiza sus negocios. Si esa es la clase de traficante de armas que hay en este país, no me imagino porqué no los han atrapado a todos. Ninguna persona que esté en un negocio ilícito, va a revelar sus secretos a una persona totalmente desconocida, arriesgándose a que se le "cuele" un informante de la policía.  Hay muchos reporteros bien conocidos en este país, pero ¿Quién conoce a Farasch López Reynol?  Llevo años leyendo la prensa , y es la primera vez que me fijo en ese nombre.

La señora Farasch López Reyloz, le hace un flaco servicio a la clase periodística, por su mediocridad y arrogancia.