En nuestro sistema democrático, tradicionalmente ha sido la prensa quien ha representado dignamente al pueblo, ante los atropellos del gobierno. Casos como el del Cerro Maravilla, evidencian la dedicación y el profesionalismo de algunos periodistas, quienes, como en el caso de Manny Suárez, han sufrido discrimen y represalias por el único delito de haber hecho un buen trabajo.
Sin embargo, hoy vemos que muy pocos redactores y reporteros, especialmente en la prensa escrita, exhiben ese grado de profesionalismo, cediendo ante intereses económicos, o sometiéndose dócilmente a la política editorial del medio para el cual trabajan. Eso no es libertad de prensa. Mientras los medios tienen libertad absoluta de publicar su punto de vista, le niegan esa misma libertad a sus empleados, quienes, en resumidas cuentas, son, o deben ser, los verdaderos componentes de una prensa libre.
El pasado 20 de septiembre, el diario Primera Hora, publicó una notica fantasiosa y distorsionada, en primera plana, firmada por Farasch López Reyloz, en la que acusan a la policía y los dueños de armas de tráfico ilegal de armas de fuego.
Como dueño y portador autorizado de armas de fuego, me siento ofendido por el atrevimiento, basado en la ignorancia de la supuesta reportera.
En primer lugar: al comprar un arma, en una armería, el ciudadano es identificado y el arma se registra, tanto por la policía de Puerto Rico, como por la administración de Alcohol, Tabaco y Armas de Fuego federal. Dicha arma no será entregada al cliente hasta que se reciba el visto bueno de la agencia federal. Cualquier ciudadano que adquiera un arma legal para venderla al bajo mundo, va a recibir una visita de la policía si esa arma, registrada a su nombre es ocupada como resultado de la comisión de un delito.
Si una persona compra una cantidad inusual de armas, como indica el reportaje, en el registro de armas de la policía van a notar una actividad potencialmente delictiva, y van a hacerle una visita al ciudadano. La ley de armas es bien restrictiva, y entre los requisitos, impone que el concesionario tiene que notificar cualquier cambio de dirección, so pena de multas o la revocación de la licencia. Es decir, el estado ha tomado todas las provisiones para saber en todo tiempo donde se encuentran mis armas.
Para obtener una licencia de armas, el ciudadano tiene que cumplir con una serie de requisitos, que evitan que cualquier delincuente, o persona de mala reputación pueda obtenerla. Entre estos: no haber sido convicto de delitos graves, no tener una orden de protección o acecho emitida en su contra, no ser usuario de drogas ni ebrio habitual, no haber sido declarado incompetente por un tribunal, no haber sido despedido de un empleo en agencias de seguridad, no haber sido dado de baja de una manera deshonrosa de las fuerzas armadas, etc. Estos requisitos, sumados a los que exige la ley federal, hace virtualmente imposible que un terrorista o delincuente pueda obtener de manera legal un arma.
Entonces, ¿Por qué la supuesta reportera la emprende contra ciudadanos decentes que ejercen su derecho a proteger sus vidas y propiedades? Porque, carente de criterio propio, responde a la política editorial de la familia Ferré Rangel, quienes, a pesar de tener personal armado para su seguridad, se oponen a que el ciudadano común pueda tener la protección que el estado le niega. Una vez, alguien me preguntó porqué porto un arma, y yo le pregunté a su vez: ¿Confías en la policía para que te proteja? cuando me contestó en la negativa, le dije: "yo tampoco".
Cuando un amigo, instructor de tiro, llamó a la reportera, para reaccionar al reportaje, ésta, en violación a las normas básicas que rigen la profesión del periodismo, le contestó que ella no tiene que verificar la información que va a publicar, y tampoco tiene que escuchar la "otra cara" de la historia.
Dice la reportera, en un reportaje relacionado, que visitó a un traficante de armas, en una historia digna de una novela de intriga. Dice ella, que la recogió en un auto el supuesto traficante de armas, en horas de la madrugada, y la llevó al lugar donde realiza sus negocios. Si esa es la clase de traficante de armas que hay en este país, no me imagino porqué no los han atrapado a todos. Ninguna persona que esté en un negocio ilícito, va a revelar sus secretos a una persona totalmente desconocida, arriesgándose a que se le "cuele" un informante de la policía. Hay muchos reporteros bien conocidos en este país, pero ¿Quién conoce a Farasch López Reynol? Llevo años leyendo la prensa , y es la primera vez que me fijo en ese nombre.
La señora Farasch López Reyloz, le hace un flaco servicio a la clase periodística, por su mediocridad y arrogancia.
Esto lo vemos a diario en los periodicos y no solo con el tema de las armas. Creo que es en general, es como si tuvieran una asignacion del editorial para hacer este descredito a toda costa. Lo peor es que la gente se lo cree solo por que lo dice el periodico...
ResponderEliminarEso es así. La prensa ha llegado a disfrutar de una gran credibilidad entre los ciudadanos, muchos de los cuales dan por cierto cualquier comentario que lean en la prensa. Ese es precisamente el problema, que no deben usar la credibilidad que tienen para adelantar intereses ajenos a su función. Los medios de comunicación tienen que ser objetivos, y, al actuar como esta señora, en total menosprecio por la verdad, se convierten en diseminadores de chismes y mentiras, que es, precisamente, lo que no debe ser un medio periodístico. Están cayendo al mismo nivel de los chsmólogos de la televisión, qienes no tienen ninguna credibilidad en este país.
ResponderEliminarBueno, quizás se trate de un chismólogo más haciendose pasar por reportero. La gran tristeza es que un periódico se rebaje del nivel de profesionalismo, honestidad e integridad (si es que alguna vez lo ha tenido) y se preste para este tipo de fiasco. He leído el reportaje de la supuesta reportera y dudo mucho, de hecho que sea su nombre real pues la falacia o el "tall tale" que nos cuenta no me hace pensar mas que en una película de Hollywood como la de James Bond. Conozco y tengo amigos reporteros y se que nunca llegarían a poner en vergüenza esa profesión como se ha dedicado la tal López Reynol. Yo creo que dentro de su morbosidad lo que tiene es alguna agenda oculta digna de ser investigada pero, más allá, su editor que permite transformar el medio de informar al país en una telaraña de mentiras, casi disimuladas pero sólo se quedan en medias verdades (una media verdad es una mentira discimulada). Inclusive, creo que llega al libelo puesto que pone en duda la reputación y buen nombre de mas de 34,000 puertorriqueños (entre policías y civiles legalmente armados). Por esto creo que se debe tomar acción en contra de esta y comenzar una investigación ya que, si sabe tanto del bajo mundo y se codea con este tipo de mafiosos al punto que va sola en horas de la madrugada sin ningún tipo de protección, sabe tanto que podría acabar con la ola del crimen y la corrupción en PR. El FBI debería darle una visita...pss... por favor! Son solo patrañas y el pueblo de puerto Rico, en este momento, siente vergüenza ajeno por culpa de esta "niña insolente"
ResponderEliminarYo creo que a esa señora le convendría leer "More Guns, Less Crime" del Dr. John Lott. En este libro, el autor establece una relación entre la reducción de crímenes violentos y el aumento en la venta de armas de defensa. Aquí siempre miramos hacia el norte para solucionar los problemas, sin embargo, no queremos ver la realidad en el asunto de los derechos bajo la segunda enmienda.
ResponderEliminarGuns and the Drop in the Violent Crime Rate
ResponderEliminarSeptember 27, 2010 1:46 P.M. By John R. Lott Jr.
President Obama undoubtedly didn’t intend it, but he deserves some credit for the recent report that all violent crime rates dropped in 2009, murder rates by 7.4 percent, robbery rates by 9 percent: His election caused gun sales to skyrocket, and crime rates to plummet.
Gun sales started notably rising in October 2008, and sale really took off immediately after Obama won the presidential race: 450,000 more people bought guns in November 2008 than bought them in November 2007. That’s over a 40 percent increase in sales. By comparison, the change from November 2006 to November 2007 was only about 35,000. Over the last decade, the average year-to-year increase in monthly sales was only 21,000.
The higher sales continued well beyond November 2008: about 3.15 million more people bought guns in the 14 months after the election than in the preceding 14 months. The National Instant Criminal Background Check System, or NICS, doesn’t tell us how many guns each person bought, just the number of people who bought them. Most likely, though, gun sales rose by more than the number of people who purchased them.
At the same time gun sales were soaring, there was an unusually large drop in murder rates. The 7.4 percent drop in the murder rate was the largest drop in murder rates since the 1999. For those who don’t remember, 1999 — when Bill Clinton was president and Columbine occurred — was another time when gun sales soared. With Clinton domestic-policy advisers such as Elena Kagan pushing hard for more gun control, Americans were worried that more gun bans were coming; in response, gun sales soared.
Higher arrest and conviction rates, longer prison sentences, and the more frequent use of the death penalty all reduce crime, and so does letting victims defend themselves with guns. More certain or greater penalties make it more risky for criminals to commit crime. Victims who can defend themselves can also make committing crime more dangerous and deter criminals.
Americans living in the District of Columbia and Chicago have seen this phenomenon firsthand. After bans went into effect in both cities, murder rates rose dramatically. The District’s murder rates then plunged by 23 percent in 2009 after the Supreme Court threw out D.C.’s gunlock laws and handgun ban. After that 2008 decision, 70,000 D.C. residents were able to use their long guns for self-defense. As my research in the just-released third edition of More Guns, Less Crime shows, murder rates don’t fall and tend to climb when guns are banned.
If President Obama really understood that it reduces crime to let law-abiding citizens defend themselves, it is unlikely that gun sales would have had to increase. If the Supreme Court strikes down the Chicago gun ban this month, Americans may get to see yet again that more guns means less crime.
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ResponderEliminarTraducción:Las armas y la reducción en el Indice de crimenes violentos
ResponderEliminarEl 27 de septiembre de 2010 1:46 de la tarde.
Por John R. Lott Jr.
El presidente Obama indudablemente no lo pensó, pero merece algún crédito para el informe reciente que todos los índices de criminalidad violentos bajaron en 2009, asesinato, 7,4 por ciento, las tasas de robo por el 9 por ciento: Su elección causó que las ventas de armas aumentaron, y los índices de criminalidad para caer en picada.
Las ventas de armas comenzaron a subir en particular en octubre 2008, y la venta sacó realmente inmediatamente después de que Obama ganara la carrera presidencial: 450.000 más personas compraron armas en noviembre 2008 que los compró en noviembre 2007. Eso está sobre un aumento del 40 por ciento en ventas. Por comparación, el cambio de noviembre 2006 a noviembre 2007 fueron sólo acerca de 35.000. Sobre la última década, el aumento medio de año a año en ventas mensuales fue sólo 21.000.
Las ventas más altas continuaron bien más allá de noviembre 2008: acerca de 3,15 millones más personas compró armas en los 14 meses después de la elección que en el preceder 14 meses. El Sistema del Chequeo del Fondo, o NICS Criminal, Instantáneo y Nacional, no nos dice cuántas armas cada persona compró, sólo el número de personas que los compraron. Más probable, aunque, las ventas de armas subieron por más que el número de personas que los compraron.
Al mismo tiempo que las ventas de armas de se elevaban, había una baja excepcionalmente grande en tasas de asesinato. La baja del 7,4 por ciento en la tasa de asesinato fue la baja más grande en tasas de asesinato desde el 1999. Para los que no recuerdan, 1999 — cuando Clinton fue presidente y la Masacre de Columbine ocurrió — fue otro tiempo cuando las ventas de armas se elevaron. Con consejeros de política doméstica de Clinton como empujar el nombramiento de Elena Kagan para más control de armas, los norteamericanos estuvieron preocupados que más prohibiciones de armas venían; en respuesta, las ventas del fusil se elevaron.
Las tasas más altas del arresto y la convicción, la sentencia a prisión más larga, y el uso más frecuente de la pena de muerte reducen el crimen, y así que hace que lasvíctimas que permite defiendan a sí mismos con armas. Las penas más grandes hacen más arriesgado para criminales para cometer crimen. Las víctimas que pueden defenderse a sí mismos también pueden hacer que cometer un crimen sea más peligroso y disuaden a los criminales.
Norteamericanos que viven en el Distrito de Columbia y Chicago han visto este fenómeno directamente. Después de que prohibiciones entraran en vigor en ambas ciudades, las tasas de asesinato subieron dramáticamente. El asesinato del Distrito hundido por el 23 por ciento en 2009 después de que la Corte Suprema declarara ilegal la ley de D. C.. Después de esa decisión, 70.000 residentes del D.C. pudieron utilizar sus fusiles largos para la defensa propia. Como mi investigación en la tercera edición de Más Armas, Menos Crimen, las tasas de asesinato no bajan y tienden a subir cuando las armas son prohibidas.
Si el Presidente Obama hubiera comprendido realmente que permitir ciudadano decentes se defiendan a sí mismo reduce crimen, es improbable que las ventas del fusil habrían tenido que aumentar. Si la Corte Suprema elimina la prohibición de Chicago este mes, norteamericanos pueden ver otra vez que más armas significan menos crimen.